Ambos candidatos han redoblado recientemente sus esfuerzos para apelar al creciente electorado boricua, especialmente en el Estado clave de Pensilvania, donde el 80% del voto latino es puertorriqueño
Camille Rivera recuerda que su abuela murió anhelando regresar a su patria, a su casa y su terreno en Puerto Rico. Su familia había decidido trasladarla a Nueva York después de que fuera diagnosticada con Alzhéimer para que recibiera un tratamiento mejor que el que podía obtener en la isla, que atraviesa una intensa crisis sanitaria. “Hasta que se acostó y tomó su último aliento, siempre dijo, ‘tengo tierra y tengo un hogar, y quiero volver’”, cuenta Rivera. Como su abuela, muchos de los seis millones de puertorriqueños en la diáspora en Estados Unidos sueñan con volver a pisar su país, pero la realidad en la isla les disuade: una red eléctrica en pedazos, escuelas clausuradas, barrios gentrificados, fondos públicos mal gestionados…
Es por ello que Rivera decidió fundar el pasado junio La Brega y Fuerza, una iniciativa que busca movilizar a la diáspora boricua a lo largo de Estados Unidos para que ejerza su derecho a votar en las elecciones presidenciales del próximo 5 de noviembre, un privilegio del que se priva a los que residen en el territorio estadounidense. De esa manera, el electorado puertorriqueño en Estados como Florida, donde residen 1,2 millones de boricuas, Nueva York (con casi un millón) o Pensilvania (500.000), puede servir de portavoz para sus compatriotas en la isla y trasladar sus preocupaciones.
“Queremos construir un canal de poder que conecte a la gente de la isla con la diáspora de una manera más profunda”, sintetiza Rivera. Esa diáspora ha ido creciendo exponencialmente desde 2017, año que el huracán María devastó a la isla y forzó un éxodo masivo hacia el territorio continental de Estados Unidos. La llegada de miles de puertorriqueños desde entonces a Estados como Pensilvania, Florida, Carolina del Norte, Georgia y Nueva York les ha dado una influencia política significativa, especialmente dentro del cotizado voto latino, ya que, por ser ciudadanos estadounidenses, tan pronto se asientan en el país son elegibles para votar, a diferencia de otros inmigrantes latinoamericanos.